Amy J Martin es de verdad

El Gobierno chino, que no se anda con chiquitas, impone por ley a sus ciudadanos el uso del nombre real para trajinar en internet. El motivo es muy censurable: controlar quién dice qué, que es la mejor manera de evitar que las cosas se digan.

La cuestión de la identidad en los tiempos modernos. Hoy la escandalera tiene nombre de mujer, Amy Martin. Un fake (algo falso), que se dice ahora, con aroma a impostura camaleónica. Pero no es una traviesa simulación sólo para cotillear en secreto en las redes, decir bobadas o groserías anónimas. Es un embrollo en el mundo real, con facturas, pagos y engaños.

Y encima resulta que Amy [J.] Martin en realidad sí existe, es una persona cierta. Incluso todo un personaje, aunque ahora mismo, buscándola en internet desde España, su personalidad queda sepultada por la inventada.

La verdadera Amy Jo Martin es una escritora norteamericana, que usa sus dos nombres, Amy Jo; tiene 1,2 millones de seguidores en Twitter y web propia; es autora de un bestseller en las listas del New York Times (Renegades Write The Rules); creadora de la empresa Digital Royalty; experta en digital media; da charlas para el TED; y es colaboradora frecuente, por supuesto, de prestigiosas publicaciones. En fin, un cartel como para cobrar una buena pasta por cualquier encarguito a medida.

Y, además, no es muy asequible para establecer contacto. Este lego le ha enviado algún mensaje -a través de su agente literario, claro- sin hasta ahora respuesta alguna. ¿No parece un paisaje convenientemente frondoso para mimetizar una personalidad inventada?

Hay que verlo con neutralidad: el bien y el mal no son inherentes a las cosas. Sí, el cibermundo aporta facilidad de simulación, disfraz y fingimiento. Y cualquiera puede inventarse una personalidad y hacerla creíble. Pero en el caso que nos ocupa, ni siquiera era internet el eje del asunto. Aunque se hace difícil imaginar que personas con tanto mundo como el señor Mulas o la señora Alameda -quien quiera que fuese- no hicieran una mínima inspección en las redes antes de poner en pie la ficción de un personaje tan casualmente similar a la elusiva escritora.

Los mundos reales y virtuales empiezan a infiltrarse entre sí.

Twitter: @juliomiravalls